Ayer fue un día triste, nos ha dejado uno de los mejores guionistas, si no el mejor, que ha dado la industria del tebeo español, Víctor Mora.
Víctor Mora fallecía a la edad de 85 años, pasando a la historia como el padre del Capitán Trueno, el tebeo de aventuras español más importante de nuestra historia, con permiso del Guerrero del Antifaz, pero no sería justo recordar a Víctor Mora “solamente” por el Capitán Trueno, ya que además de crear un personaje que se convierte en un auténtico fenómeno de ventas, Vícctor Mora pasa a la historia por crear una nueva forma de contar historias, ya que con el Capitán Trueno, acompañado de otra de las figuras del tebeo patrio, Ambrós, se generan unas pautas narrativas y de estilo que se ponen de moda y se trasladan a otros personajes similares.
Y es que en los años 50 estábamos acostumbrados a ver tebeos de aventuras en donde los personajes son héroes atormentados y las historias son frenéticas, sin pausa. Personajes a la carrera luchando contra enemigos feroces y cuadernillos que se continúan unos a otros, cosa que por otro lado es clave para el éxito de sus ventas.
A finales de los años 50, con una España en vías de desarrollo y que ya ha pasado lo peor de la posguerra, nos encontramos ante una industria del tebeo más exigente y con unos autores que afortunadamente para ellos han tenido una generación anterior en la que poder inspirarse.
En ese contexto nace el Capitán Trueno, un personaje enmarcado en un periodo histórico concreto, la III Cruzada, en donde le veremos acompañado de personajes históricos como Saladino o Ricardo Corazón de León. Al Capitán Trueno le acompañan dos personajes, que rápidamente se hacen muy populares entre los aficionados de la época: Crispín y Goliath. El dibujo de Ambrós, magistral, acompañado de una fórmula innovadora, consistente en unos roles de personajes concretos, hacen que la serie coja el testigo del Guerrero del Antifaz y se convierta en la favorita de los aficionados.
Ambrós dejaría la serie, pero Víctor Mora continuaría acompañado de otros dibujantes, y a pesar de que el dibujo es distinto, la serie alcanza cuotas de ventas impensables hasta ese momento. Víctor Mora rompe esquemas respecto a series anteriores, y es que son varias las características que le hacen diferente.
Roles de personajes muy concretos.
Un protagonista que encarna valores nobles, defensor siempre de las causas justas y que se pone del lado de los débiles luchando contra el villano de turno.
Dos personajes que le acompañan: Un forzudo y otro que hace de contrapunto cómico.
Una novia eterna. Porque señores, el Capitán Trueno fue el primer español que se ligó a una sueca, la reina Sigrid, del ficticio reino de Thule.
La continuidad. Aquí se rompe, y es que el Capitán Trueno acaba una historia en la selva de África y al tebeo siguiente sin saber cómo ni por qué, le podemos ver en las costas del Japón.
Licencias históricas. Tendremos muchos elementos fantásticos y cosas que en un primer momento estarían fuera de lugar pero daba lo mismo, porque enganchaban a los lectores. Por poner un ejemplo, El Capitán Trueno viaja en un globo creado por el Mago Morgano, pero cuidado, que en el pie de texto de una de las viñetas, Víctor Mora nos da una explicación muy creíble.
El papel de la mujer. Y es que Sigrid, la novia del Capitán Trueno, no se queda en casa esperándole, no, le acompaña en sus aventuras y no tiene problemas en blandir una espada, hasta que la censura mete la tijera, ya que no estaba bien visto que una mujer soltera acompañase a un hombre en sus viajes.
El humor. Y es que el Capitán Trueno y sus compañeros a la vez que defienden a los débiles, gastan una broma detrás de otra, y esto era algo que antes no se solía ver.
Todos estos elementos tienen tanto éxito que rápidamente son extrapolados a otras series del momento, y es que Mora es también el creador de series como el Jabato, El Sheriff King, El Cosaco Verde o el Corsario de Hierro, y esta fórmula del héroe, el forzudo y el bufón, rápidamente se pone de moda en series de otras editoriales y veríamos títulos como Katán, de Brocal Remohí o el Aguilucho o Jungla de Manuel Gago o Audaces Legionarios de Ortiz Moya, que de alguna forma siguen este estilo tan peculiar y que se pone de moda en aquel momento.
La labor de Víctor Mora no acaba aquí, ya que a él le debemos las traducciones de series como Asterix o Blueberry.
Defensor de los derechos de los autores frente a las condiciones laborales de la época, nos deja un legado de personajes que han quedado para el recuerdo y que a día de hoy siguen de actualidad gracias a sus numerosas reediciones.
Se nos va uno de los grandes, pero su obra quedará siempre para el recuerdo de los aficionados.
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