Y recuerda, hay tres cosas que todo hombre sabio debe temer: la tormenta en el mar, las noches sin luna y la ira de un hombre amable.
Patrick Rothfuss.
Dentro de la reciente y calurosa salida de novedades de agosto de Norma Editorial, una de las propuestas que más destaca es sin duda el primer volumen de A Righteous Thirst for Vengeance, nueva serie del sello amparado por Image, Giant Generator, del todoterreno guionista Rick Remender reconodico por obras como Low, Ciencia Oscura o Clase Letal, y que marca su primera colaboración con el talentoso artista portugués André Lima Araújo de Astonishing X-Men o Young Justice.
Volviendo a la cita del principio, pocas cosas hay más peligrosas que la ira, la venganza del hombre tranquilo. Ya conocen el famoso dicho de perro ladrador, poco mordedor. Ese tipo normal y corriente con el que perfectamente podríamos tropezarnos a la salida del supermercado, o como en este caso, en la línea de autobús que frecuentamos a diario.
Y esto mismo es nuestro protagonista Wen, el ¿Héroe? De esta oscura historia de violencia, asesinato y misterio. Un ciudadano más que reinventa el principio hitchcockiano de lugar equivocado en el momento equivocado. Que rima, como bien nos indica la contraportada del tomo, con películas hoy en día convertidas en clásicos, como son El Profesional, o Camino a la Perdición. Con un poco de todo ese cine setentero y ochentero de justicieros callejeros inmortalizado en la inexpresiva cara de Charles Bronson, y que tan bien ha sabido trasladar a nuestros días el más expresivo Liam Neeson. Con una pizca del cine criminal sucio y áspero que hacía Sam Peckinpah, al que supo emular a las mil maravillas Raúl Arévalo con la estupenda Tarde Para la Ira, en la que Antonio de la Torre protagonizaba a otro Don Nadie cualquiera que se levantaba y agarraba su fusil.
Pues bien. La tranquila y apática vida de autobuses y visitas a la anciana madre de Wen, dará un giro de 180 grados cuando una noche impide el asesinato injusto de una mujer, una madre inocente junto a la que tendrá que emprender una huida al límite perseguidos por un frío asesino a sueldo, que es sólo la punta del iceberg de una misteriosa y poderosa organización, que utiliza la Dark Web, para colgar ofertas de asesinatos a la carta como si de una app de citas se tratara.
Pero, ¿Cómo ha llegado este hombre sencillo a relacionarse con tan terribles personajes? No conocemos en realidad nada de su vida, más allá de que tiene a su madre en una residencia, y su pasado se presenta como una auténtica incógnita para el lector. ¿Es en realidad un tipo normal metido en una situación del todo anormal, o es en cambio un lobo vistiendo la piel de un cordero?
Este y otros muchos interrogantes están por desvelarse en posteriores entregas, ya que por el momento y en los 5 números que comprenden este primer TPB, los autores juegan con el misterio y se guardan para el futuro muchas de estas soluciones.
Si algo interesante tiene el trabajo de Rick Remender, es la gran cantidad de géneros y temáticas que trabaja en sus historias. Más allá de su participación esporádica en proyectos de Marvel, el escritor californiano ha sabido desarrollar desde la ciencia ficción Pulp con Ciencia Oscura, pasando por la aventura post apocalíptica de Low, e incluso el relato fantástico puro y duro de Siete Para La Eternidad.
Pero a pesar de los diversos géneros que suelen interesar a los guiones de Remender, también sería correcto afirmar que casi todos ellos responden a una hoja de ruta previamente marcada. Algo que podríamos llamar el Estilo Remender, es decir, al final la mayoría de sus historias nos hablan de la familia, de cómo conservarla ante las adversidades y en definitiva del deber y la responsabilidad que otorgan el formar parte de una. También son habituales en sus textos esos densos y extensos monólogos internos que utiliza para desarrollar la personalidad de sus personajes, pero que muchas veces acaba por lastrar el ritmo de lectura, ralentizando la dinámica narrativa de sus potentes y personales socios artísticos.
Ninguno, o prácticamente ninguno, de estos dejes o rasgos característicos se van a dejar ver, al menos de momento, en Una Sed de Venganza Justificada.
Remender aligera al máximo la carga de diálogos, y no se vale de ningún texto de apoyo para contar esta veloz trama de acción y evasión, deja puesto el piloto automático, y tiene el valor y la decisión de simplificarse, dándonos una historia que por más reconocible que nos pueda parecer no deja de ser atractiva y entretenida. Nos dibuja también a un protagonista con la apariencia física del actor Benedict Wong,. un personaje principal difuso pero interesante, tal vez por el hecho de su aparente inexperiencia y total falta de aptitudes, lo que puede llegar a hacer al lector identificarse con él, y hacerle pensar en qué haría él si se viera envuelto en un entramado tan inverosímil como el que plantea la historia.
El guionista se arriesga, apuesta y gana al cederle el testigo, el peso del cómic, al autor gráfico André Lima. Una colaboración largamente esperada, según afirman ambos autores.
El portugués es el motor, el músculo y la potencia del relato. Su despliegue narrativo es perfecto, impecable, sus personajes se mueven, miran y se comportan como lo que son: personajes de cómic. Volviendo al genio de Hitchcock, una de las muchas cosas que nos enseñó es que toda buena película que se precie de serlo, debe ser entendida por el espectador con el volumen apagado, en el caso de un cómic sin descripciones y con tan poca carga de diálogo como este, esa máxima se consigue gracias al puro y duro trabajo de un dibujante de cómic.
El acabado y el aspecto visual del arte de Lima Araújo es también bastante bueno y llamativo. Tenemos aquí una especie de línea clara de trazo limpio y fino, pero con bastante nivel de detalle, se nota la ascendencia europea del autor, pero también su trabajo en las grandes compañías americanas además de, por supuesto, la influencia del manga japonés en algunas técnicas de entintado y sobre todo, en la manera de resolver las enérgicas secuencias de acción y persecución.
A su vez también se puede apreciar en el dibujo cierto trabajo foto referencial más allá del ya mencionado Benedict Wong, en la figura del aséptico y calculador asesino, un personaje bastante disfrutable que puede recordarnos a la estrella Jude Law, pero sutilmente, sin alejarse del aspecto y los códigos de lo que debería ser un buen dibujo de cómic, y sin llegar a tener la sensación de estar contemplando todo el tiempo dibujos hechos encima de una fotografía.
Todo ello unido a la acertada paleta de colores planos de Chris O’Halloran, rica en texturas y ambientaciones, y al preciso trabajo de rotulación de Rus Wooton, que acierta a la hora de describir lo que no se cuenta con palabras con sonidos y onomatopeyas, acaban por poner la guinda del brillante apartado visual.
Para finalizar, podemos decir que estamos ante una nueva y excitante serie del autor de Imposibles X-Force, que puede gustar y llegar a una gran cantidad de público debido al prestigio de su nombre, y que, por qué no, también puede convencer al lector más escéptico del Método Remender, al tratarse seguramente de su trabajo menos autorreferencial.
Un cómic que se consume más rápido que la pólvora, pero que, como una gran hoguera, prevalece en la mente del lector gracias a su potente trabajo gráfico, y al planteamiento en forma de rompecabezas que cada lector deberá de ir descifrando, a la espera de más pistas en forma de nuevas entregas.