Las diferentes familias mitológicas, presentes en tantas culturas desde tiempos ignotos, siempre han sido una clara fuente de inspiración para la creación de obras de ficción ávidas de ideas de las que nutrirse. El cómic no es una excepción en este aspecto, con ejemplos tan obvios como la inspiración que tomaron Stan Lee y Jack Kirby en los mitos nórdicos para recrear a Thor y su entorno bajo el paraguas de Marvel, o la fundamental aportación de las leyendas griegas para dar forma a Wonder Woman. Precisamente es la mitología griega la mayor fuente de inspiración en ese sentido, y es de donde bebe este Telémaco en su propuesta de ofrecer una visión fresca y moderna de personajes clásicos como Ulises, Penélope, Néstor, etc.
Tras un breve resumen en las primeras páginas, que sitúa al lector en los acontecimientos sucedidos durante La Guerra de Troya y presenta a los actores que participan en tan épica función, entramos rápidamente en contacto con Telémaco, el joven Príncipe de Ítaca que espera ansioso el regreso de su padre Ulises tras la victoria en la citada guerra, gracias a la famosa estratagema del caballo de madera. Pero como el Rey es dado por muerto y no regresa a pesar de que hace una década que el conflicto quedó atrás, su hijo se embarca literalmente en una búsqueda para dar con él, aunque ello conlleve adentrarse en los peligros de un mundo plagado de criaturas fantásticas y de reinos enfrentados en crueles contiendas.
Al joven Telémaco se une enseguida Policasta, la hija del Rey Néstor, que huye de un matrimonio concertado al que se opone rotundamente, y más adelante contarán con la ayuda del ser elemental Céfiro y de un cíclope adolescente, componiendo al final de la obra un cuarteto muy pintoresco al que deseamos seguir el rastro en futuras entregas. Cada uno de ellos tiene una personalidad marcada y un tanto arquetípica, siendo Telémaco el típico jovenzuelo bravucón y graciosete pero con buen corazón y sobrado valor para luchar por sus objetivos. De hecho, recuerda bastante al perfil de por ejemplo Son Goku, más aún al verse rodeado de compañeros de viaje con quienes sufre los inevitables roces iniciales, antes de trabar una amistad que en algún caso es de esperar que alcance el grado de romance. Los personajes femeninos muestran un ímpetu por salir del papel secundario al que la propia idiosincrasia de la época les relega, manifestando incluso de forma directa su inconformismo ante semejante degradación.
Durante el viaje del joven grupo no va a faltar la presencia no sólo de personajes humanos de la mitología homérica, sino también de criaturas y dioses que para propio asombro de los muchachos elevan su viaje a la categoría de fantasía. En este álbum destaca la participación del dios de los vientos Eolo, pero también veremos de refilón a Poseidón, y contaremos con monstruos como los Cíclopes y las Sirenas, que se interpondrán en la ruta de los protagonistas, añadiendo momentos de acción a una historia que ya de por sí es muy dinámica. Como es de suponer por el #1 que acompaña al título del álbum, es tan sólo el primero de varios, porque de hecho ya contamos con tres en el mercado dedicados a esta juvenil revisión mítica.
Al guión contamos con el escritor y traductor belga Kid Tousaint, quien tiene en su currículum unos cuantos álbumes en el ámbito de la BD, desde su debút en 2006 con Sanglante Chicago hasta trabajos más recientes como Holy Ann. En Telémaco acierta de pleno con el tono desenfadado y divertido con el que hace atractivos a los jóvenes lectores unos conceptos tan antiguos. Si bien tal y como está concebido, ese tono se ajusta al target juvenil, estamos ante un cómic lo suficientemente bien concebido para ser disfrutable (y mucho) por todo tipo de lectores. De esa forma es apto tanto para enganchar a los chavales a una buena lectura, como para interesar a los aficionados a la mitología en la que se basa.
Pero sin duda lo que mejor vende la obra y atrapará prácticamente a cualquiera que le pegue un vistazo es el arte de Kenny Ruiz. El dibujante alicantino lleva dos décadas afinando su estilo de clara influencia manga, y ha ganado mucha soltura desde aquellos tiempos de Crónicas de Mesene y El Cazador de Rayos. Transmite un ritmo muy ágil y caracteriza al milímetro a los personajes, entregando unas páginas con esa rara magia que las hace parecer como si fuesen una película animada en movimiento. Esa sensación la refuerza el color de la española Noiry, deslumbrando especialmente a la hora de teñir multicromáticamente a Eolo y sus vientos, y al componer los ocasos que lucen detrás de las islas griegas.
A España nos lo trae Dolmen en el habitual formato de álbum europeo, siguiendo la estela de la edición original de Dupuis.
Este primer álbum de Telémaco nos deja con hambre de más aventuras, gracias a la entretenidísima formulación de sus autores. Han sabido dar perfectamente con la tecla al revisitar en cierta clave de manga unos mitos milenarios, para presentárselos a las nuevas generaciones de la forma más vistosa y atractiva posible.