RESEÑA Los hijos del crepúsculo, de Gilbert Hernandez y Darwyn Cooke

Hace ya demasiado tiempo que nos olvidamos de la Vertigo de grandes series extensas. Los que somos fans de Vértigo echamos de menos una nueva Fábulas, o un nuevo Y, el último hombre, alguna serie para engancharnos y calmar nuestro Ansia (Ojala un nuevo Sandman). Pero también es cierto que la Nueva Vértigo nos logra calmar, pero en pequeñas dosis en forma de miniseries o series limitadas.

Los Hijos del Crepúsculo es una miniserie de cuatro números que salió el año pasado en Estados Unidos, y que, muy probablemente gracias al nombre de sus autores, ha llegado tan pronto a nuestro país.

Los encargados de dar vida a esta serie son, por un lado, el guionista Gilbert Hernández, autor junto con su hermano Jaime de Love & Rockets, conocido en España como Palomar, donde comenzó a desarrollar su estilo costumbrista de relatar historias que vamos a ver en este libro.

Por otro lado tenemos a Darwyn Cooke, el canadiense que nos conquistó con su Catwoman y nos emocionó con su New Frontier en DC, e incluso hizo que algunos no odiaran todas las miniseries de Antes de Watchmen gracias a sus Minutemen.

Entrando en la historia, nos encontramos en un pueblo marítimo centroamericano (quizá sea Cuba, quizá sea Mexico) y en el pueblo conoceremos a algunos personajes que tendrán más relevancia más adelante. Es importante recalcar lo de “personajes”, ya que nos encontramos ante una historia coral, y veremos varias tramas entrelazadas.

Por un lado tenemos una historia peculiar de amor cuando sigamos al personaje de Tito, una muchacha casada, pero algo ligera de cascos, que nos va a acompañar en bastantes tramos de la historia. Otros personajes que tendrán relevancia son Bundo, el borrachin del pueblo; algunos de los niños, cuya curiosidad desencadenará una serie de eventos; o Félix, un investigador que irá al pueblo para ver qué está ocurriendo.

Mientras cada uno de estos personajes tiene su pequeña trama, de fondo nos encontramos con un misterio que los pone en común a todos. En el pueblo aparecen bolas sólidas de luz gigantes, y, cuando alguien tiene la temeridad de tocar alguna de ellas, las consecuencias son imprevisibles, más aún cuando algunos miembros del gobierno hagan su aparición intentando, sin ningún éxito, pasar desapercibidos, y definitivamente cuando aparezca el personaje más misterioso de todos: Ela.

Es una historia que realmente engancha y se hace corta, y más aún necesita una relectura, ya que la primera vez que la lees crees que estás ante una historia de misterio, intentando averiguar qué ocurre con las dichosas bolas, por qué aparecen y desaparecen sin ningún sentido, y lo que es peor… ¿Por qué demonios parece no importar a nadie del pueblo?

Pero cuando te paras, te das cuenta de que no estás ante una historia de misterio. Las bolas gigantes son sólo una excusa para profundizar en los personajes y sus motivaciones, en las ganas de escapar de Tito, el sentimiento de culpabilidad de Bundo, o la curiosidad de Félix.

Una lectura muy recomendada, y que nos muestra que, pese a todo, Vértigo nos sigue proporcionando pequeñas joyas.