La creación es cosa de todos los días. Se alimenta de la vida misma. Y a cambio te da mucho… ¡Incluso muchísimo! ¡Y el sueño se une a la realidad, cuando no es al revés!
Little Nemo.
Little Nemo es un niño pequeño que cabalga elefantes vestido en pijama. Porque está soñando. “Escribir es cabalgar el misterio” nos dice. Y monta elefantes de todos los colores: rosas, albinos, dorados o con estampados turquesa. Luego se encarama a una roca desde la que contempla una sabana al atardecer, y ve cómo los elefantes se bañan en un gran lago.
En esta reseña vamos a hablar de la obra Little Nemo según Winsor McCay, imaginada, escrita y dibujada por Frank Pé, y editada en castellano por la editorial Nuevo Nueve en el año 2021. Es muy probable que esta reseña sea un poco más dispersa de lo que debería. Pero así son los sueños del pequeño Nemo: locos, irreverentes y caóticos, por eso os pedimos permiso para contagiarnos un poco al escribir sobre ellos.
Como decíamos unas líneas más arriba, Little Nemo es simplemente un niño que sueña cosas. Su imaginación es divertida y juguetona, igual que las aventuras que vive en el mundo de los sueños, donde frecuentemente se ve rodeado de grandes bestias y paisajes surrealistas. Estas aventuras oníricas son cortas, y suelen terminar con el pequeño Nemo despertándose en su cama en la última viñeta.
Fue el autor estadounidense Winsor McCay el que creó el personaje de Little Nemo a principios del siglo XX. Sus aventuras originales, todas ellas historietas cortas, llevaban el título de Little Nemo in Slumberland (Little Nemo en la tierra de los sueños), y fueron publicadas por primera vez en 1905 en el ya desaparecido periódico New York Herald.
Se suele definir a Winsor McCay como uno de los grandes pioneros e impulsores del cómic, los dibujos animados y el arte secuencial. Little Nemo in Slumberland fue su obra más famosa e importante, de la que publicó más de quinientas aventuras en nueve años. Winsor pudo así explorar todas las posibilidades narrativas que podían abarcar sus viñetas en las páginas de los periódicos de la época.
El Little Nemo de Winsor vive todo tipo de situaciones y aventuras en sus sueños, a menudo acompañado de personajes habituales que han aparecido también en adaptaciones posteriores, como la Princesa, el Rey Morfeo o Flip, un compañero canalla que en ocasiones le despertaba. A posteriori toda la obra de Winsor se ha considerado como esencial en el desarrollo del cómic como medio. También es reconocida por tener una innegable influencia en el cine de animación y los dibujos animados, en los que Windsor trabajó durante muchos años de su vida.
Además, el rico contexto cultural de estas primeras décadas del siglo XX dejan en la obra de Winsor evidentes influencias vanguardistas. Es habitual ver al pequeño Nemo descubrir el mundo de los sueños con escenarios bien calculados y muy elaborados. Windsor se ayudaba de los fondos y las ambientaciones para contar sus historias, y saltan a la vista rasgos surrealistas y modernistas en sus composiciones. El propio Frank Pé, del que hablaremos a continuación, define el trabajo de Windsor como audaz y divertido, algo que definitivamente se ve reflejado en la versión de Little Nemo que nos trae el autor belga.
Little Nemo según Windsor McCay es un homenaje de Frank Pé al legado de Windsor McCay y a las aventuras de Little Nemo. Es una reinterpretación valiente, en la que el autor busca compartir su visión artística desde el principio, y donde no se conforma con entender y rescatar el material original.
Bien podría definirse a Frank Pé como uno de los mejores dibujantes de animales del cómic contemporáneo. En innegable el protagonismo y la atención que estos tienen en sus obras. No sólo ocurre en su Little Nemo, también son esenciales en otros trabajos como Zoo, donde Philippe Bonifay le acompaña en el guion, o La Bestia, una historia del Marsupilami con guion de Zidrou.
Su trabajo le ha situado como uno de los nombres más reconocidos del cómic franco-belga y europeo, ha dibujado para la revista Spirou desde los 19 años, y ha trabajado con ella muchas obras muy reconocidas por crítica y público, como su serie Brousaille o la aventura de Spirou La luz de Borneo, también con guion de Zidrou. Como curiosidad, la pasión de Frank Pé por los animales no se reduce al papel y al lápiz, la editorial Dupuis nos cuenta que es colaborador habitual de zoológicos y parques de animales, y parece ser que el propio Frank ha llegado a criar por su cuenta hasta 19 cocodrilos, entre otros reptiles. Si sueña o no con ellos no lo sabemos, pero sí queda claro que Frank disfruta mucho haciendo que Little Nemo se encuentre constantemente con todo tipo de fauna fantástica en sus aventuras.
El de Frank Pé es un dibujo brillante, de gran factura técnica, claro, pero también de muchísima expresividad y calidez. Las grandes ilustraciones que encontramos en la edición de Nuevo Nueve hacen que el cómic por momentos parezca más un álbum ilustrado, plagado de edificios en ruinas, estatuas y monumentos olvidados, pero también de elementos naturales exuberantes, desiertos, selvas o cordilleras de libros amontonados. Sus composiciones a veces son vertiginosas, plagadas de movimientos y dinamismo, con grandes diagonales definidas por tentáculos, picos o zarpas. Con los ojos del lector moviéndose en todas direcciones, es habitual encontrar viñetas con un horror vacui construido a base de libros amontonados, bocas abiertas con grandes colmillos o estampidas y desfiles de todo tipo de animales fantásticos. Frank Pé tiene en Slumberland su bestiario particular: no contento con dibujar animales reales y recrearse en su anatomía, decide mezclar partes de unos con otros, en mezclas inverosímiles que recuerdan a un juego infantil.
A los trazos y formas de sus lápices sumamos un color variado, vivo y bien medido, fantasioso y tremendamente atractivo para lectores habituales de cómic y para cualquiera que le gusten las artes plásticas. Cada vuelta de hoja sorprende al lector con nuevos tonos y esquemas de colores. Desde desiertos cálidos o tundras congeladas hasta selvas multicolores sirven de escenarios para persecuciones, saltos, malabares y carantoñas entre los personajes.
Frank Pé entiende a Winsor McCay de la mejor manera posible, usando su afinadísima técnica para reinterpretar sus ideas y, de paso, dejar su sello artístico como uno de los nombres más reconocidos de la BD franco-belga. El propio Frank Pé insiste en el prólogo de la obra en que quiere dibujar a Nemo con grandes ojos expresivos, en vez con las misteriosas canicas de carbón con las que lo dibujaba Winsor. Además, del mismo modo que Winsor mostraba elementos de su época en las historietas que dibujaba, Frank Pé confiesa que no ha podido resistirse a hacer lo propio con elementos contemporáneos, que nunca podrían haber llegado a los sueños de Nemo. Además, en sus aventuras a menudo puede encontrarse cierto mensaje, muy sutil, relacionado con temas de actualidad o inquietudes contemporáneas, como la contaminación, la tecnología o el reciclaje. La integración con el espíritu y el humor de Little Nemo es sobresaliente.
En este punto podemos hablar de algunos temas que trata la obra de Frank Pé. La tierra de los sueños, lo que Winsor McCay llamó Slumberland, es el mundo de la imaginación, claro. El mundo de los disparates, donde todo vale, y donde cada idea tiene vida propia. Es un mundo con sus propios ecosistemas cambiantes, con su fauna y flora inverosímil y sorprendente. Y, a pesar de que es él quien hace el ejercicio de soñar, Nemo no es el sujeto de esos sueños. No es el gobernante ni el rey de lo que sueña, sino el don Nadie que se ve atrapado y arrollado por ellos, en ocasiones literalmente.
A medida que leemos las aventuras de Nemo, Frank Pé se las ingenia para deslizar uno de los temas principales de este cómic, el paso de la niñez a la edad adulta, o mejor dicho, cómo la forma que tienen los niños de ver el mundo puede darse la mano con la visión de los adultos. Esto lo vemos en los desenlaces de las pequeñas aventuras de Nemo y en sus despertares, a veces es su madre quien interrumpe y le despierta, a veces, ella se asombra de las ideas y de la imaginación de su hijo. En otras ocasiones Nemo se lleva un golpe de realidad al despertar.
Aquí entra en juego otro de los grandes recursos del autor, una vuelta de tuerca más para hablar de Winsor McCay y contar su historia. En momentos puntuales Frank Pé nos presenta pequeñas historietas de Little Winsor in Slumberland. Winsor reemplaza entonces a Nemo, o aparece en las viñetas soñando con él, o dibujándole en momentos que a veces se muestran como enteramente cotidianos. De esta manera, Frank Pé nos cuenta cómo Winsor crece como adulto y crea a Nemo al mismo tiempo, hasta que Nemo se convierte en una parte inseparable de su creador y su trabajo. Si los juegos son inherentes a los niños, los sueños son una parte inherente a los humanos, y Nemo es una parte inherente a Winsor. Frank parece gritarnos a través de sus pinturas que todo está relacionado, y no puede dejar de estarlo si nos preocupamos de cuidarlo.
Quizá nos estemos complicando demasiado a la hora de reflexionar sobre Little Nemo de Frank Pé y todas las ideas que propone. Aparentemente, por técnica y por estilo, sólo quiere jugar a pintar cosas locas en los sueños de Nemo, homenajeando de paso a su autor. Hay una clara falta de pretensiones en todo lo que nos enseña Frank Pé, igual que un niño juega sin más pretensión que divertirse. Pero eso es sólo la fachada de todo el trabajo, y el propio Frank Pé nos da las llaves para profundizar más aún en estos temas cuando, por ejemplo, nos muestra a un Nemo muy filosófico por momentos, a la vez que ingenuo y desatado en la libertad de sus sueños. El propio Frank no desaprovecha la oportunidad de ponerse filosófico en la introducción de la obra, dejando reflexiones interesantísimas sobre Nemo, Winsor y su papel en el mundo de los sueños.
La obra también reflexiona constantemente sobre la creatividad y el poder de la imaginación, con homenajes preciosos a otros medios o reflexiones como la que citamos en el primer párrafo de esta reseña. El metalenguaje y la metaficción también tienen cabida, en especial con la presencia del mismo Winsor McCay y sus pensamientos imaginando las aventuras de Nemo.
Es en el prólogo de esta edición donde el propio Frank Pé nos cuenta algunas reflexiones interesantes sobre cómo ha dado forma a estas ideas:
Lo real solo existe porque se imagina o se sueña. Tenemos la capacidad para alterar la realidad no solo con nuestros actos y con el trazo de un lápiz, sino con nuestros sueños… hasta lo real. (…) Podemos decir que el mundo viene construyéndose bajo la doble máscara de lo real y lo onírico desde que los primeros hombres inventaron las primeras historias.
Little Nemo según Winsor McCay es un homenaje de Frank Pé a Winsor a través de los ojos de Nemo. Y en él nos habla de los sueños como creación; como un mundo donde el juego y la creatividad van de la mano y son inseparables.
La edición que nos trae Nuevo Nueve entiende todo esto y se esfuerza en ponerlo en valor, como es habitual en la editorial. La de Little Nemo según Winsor McCay es una edición de lujo que da verdadero gusto manejar. El gran tamaño del tomo hace justicia a las ilustraciones de Frank Pé, igual que el papel poroso. Los colores y los lápices de las grandes ilustraciones pueden observarse así con mucho detalle. Además, la experiencia de lectura se ve muy enriquecida por la presencia constante de grandes ilustraciones que Frank Pé ha realizado para multitud de cartelería, murales y festivales; al final del tomo se detalla en un glosario el origen de cada material y algunas referencias de la obra. Estas grandes ilustraciones aparecen frecuentemente intercaladas entre las distintas aventuras de Nemo, y lejos de interrumpir el ritmo, maravillan y sorprenden aún más al lector por sus ocurrencias, sus dibujos y sus colores.
Podemos destacar dos cosas más sobre esta edición. Por un lado, Nuevo Nueve hace un gran trabajo a la hora de acercar el nombre de Winsor McCay a aquellos lectores que no conozcan su trabajo ni su importancia. En la primera página del tomo se incluye una aventura original del Little Nemo de Winsor publicada en inglés original. Esto ofrece al lector un rápido vistazo al primer Nemo, así como a una pequeña muestra del trabajo de Winsor y de sus composiciones en una página completa. Todo ello permite al lector entender mucho mejor cuáles son las innovaciones que incorpora Frank Pé en su obra.
Por otro lado, Nuevo Nueve incluye con el tomo una sobrecubierta desplegable de gran tamaño, que tiene una gran ilustración de Frank Pé en cada cara. Es, evidentemente, una pieza fantástica que te deja maravillado y abrumado a partes iguales. El papel de esta sobrecubierta es poroso y grueso, propenso a arrugarse y a romperse. De cualquier manera, resulta inviable emitir quejas serias por tener una ilustración y una doble splash de Frank Pé a gran formato. En conjunto, el tomo de Nuevo Nueve merece su precio, y es un ejemplar magnífico, unos centímetros más grande que las ediciones Absolute, pero de muy buen tacto y muy manejable.
Esta obra puede ser considerada como una de las mejores lecturas del año pasado. Por encima de cualquier cosa puede verse como un juego, un ejercicio que tiene el sabor de los iconos y los grandes autores, y que además alardea de una falta total de pretensiones. Es inevitable leerlo y pensar en grandes nombres del noveno arte, como Hugo Pratt o Moebius, e incluso evocar el desenfado y lo expresivo de personajes como Astérix y Obélix. El carácter, el humor y el tono de la obra también recuerdan a algunas obras de literatura infantil, como los cuentos de Gianni Rodari o los poemas de Gloria Fuertes.
El trabajo de su autor no deja de sorprenderte a cada paso. Frank Pé es ese artista que te da respuestas a preguntas que nunca imaginaste. ¿Qué pasaría si un elefante resbalase por un lago congelado? ¿Cómo sería una ballena con cuello de jirafa? ¿Y un tigre con cabeza de mono? Como no podría ser de otra manera en una obra como esta, el propio Frank no se toma muy en serio sus propias respuestas. Es sólo un sueño, un juego que sabemos que terminará, en la mayoría de casos, al final de la página, y que muchas veces nos deja con ganas de más. Si quisiéramos volver a la gran aventura que estábamos soñando, quizá podemos probar a trabajar nuestra imaginación, a regalarnos tiempo y espacio para desarrollar nuestra creatividad… O a hacer lo que hacen los niños: jugar. Y luego, descansar. Y soñar sobre ello.