Acercarse a admirar Leonar2Vinci debe ser lo más parecido que hay a contemplar un sueño impreso en papel.
Es una obra cuyo origen hay que encontrarlo en una de las interesantes iniciativas del Museo El Louvre, en un encomiable acercamiento a una indiscutible forma de arte como es él cómic. Aprovechando el 500 aniversario del fallecimiento del genio Leonardo da Vinci, los gestores del prestigioso museo decidieron proponerle al artista francés Stephane Levallois que preparase una exposición para celebrar al multidisciplinar florentino. Así lo hizo, resultando en un majestuoso cómic que además contó una exposición propia en el famoso museo, engrandeciendo todavía más un proyecto que desde un inicio tiene las bases suficientes para atraer hasta al público más ajeno a las viñetas. Esa muestra incluso ha llegado a España, concretamente a la localidad de Avilés, porque ha servido de exposición inaugural de La Sala Permanente de Cómic de Avilés, añadiendo una capa más al fuerte vínculo de la ciudad asturiana con los tebeos.
En lugar de ir a lo obvio y abordar el encargo estructurándolo como una adaptación de la vida y de los grandes logros de Leonardo, Levallois opta muy acertadamente por llevarlo a un terreno muy diferente, y en vez de una biografía nos plantea un relato de ciencia ficción. Así nos sumerge en una space opera cargada de tintes épicos, con el destino de la raza humana (ni más ni menos) en manos del nacimiento de un segundo Leonardo creado artificialmente. Un clon con el que esperan poner fin a un conflicto de proporciones galácticas.
Pero aunque sea una historia original, se afana en homenajear casi en cada página a la extensa obra de da Vinci, encarnación del hombre renacentista por excelencia, porque su desbordado talento le hizo dejar su impronta en multitud de materias como la pintura, escultura y hasta en la invención de complejos aparatos que soñaban con hacer volar al hombre. En Leonar2Vinci, el lector familiarizado con el legado universal del italiano reconocerá enseguida icónicas obras como el Hombre de Vitruvio, La Última Cena, La Gioconda o La Virgen de las Rocas, pero también tendrá ocasión de ver como se asoman otro trabajos aparentemente menores, como los diseños de esa especie de tanque circular que ha sido utilizado incluso en la saga de videojuegos Assassin´s Creed.
La labor de documentación de Llevallois ha sido muy concienzuda, empapándose de la obra para poder reproducirla con la máxima fidelidad posible, cosa que logra de sobra gracias a la habilidad de este artista también multidisciplinar. Su imaginación le ha llevado a idear conceptos, mundos y criaturas en multitud de películas de ciencia ficción, de sagas tan importantes como Alien, X-Men o Parque Jurásico. No extraña entonces que le dedique el cómic a Ridley Scott, uno de tantos grandes directores con los que ha colaborado. Pero además del arte conceptual cinematográfico, tiene en su haber más cómics como Noe y Les disparues d`Orsay, aunque viendo el esfuerzo y el resultado conseguido en su carta de amor a da Vinci, ésta sería su mejor obra hasta el momento, y no es decir poco.
Una de las rotundas sorpresas en el apartado de cómic europeo que nos dejó el final del pasado año fue la edición española de esta obra, de la mano de Dolmen y con un tamaño y un papel de lo más acertados para admirar todavía más la perfección de un homenaje a uno de los artistas más celebrados de todos los tiempos. Tras una cortina de misticismo y de misterio, la efervescente creatividad de Leonardo siempre vivirá en la universalidad de su obra y de su atrayente persona, y gracias al cometido de Llevalois, ahora también lo hará en un fastuoso cómic que podemos exponer en ese museo particular de los lectores de cómics: las estanterías donde almacenamos nuestra preciada colección.