Si hay un autor español que despierta las simpatías de todos, ese es el enorme Enrique Vicente Vegas. El autor madrileño, afincado en Cantabria, se ha ganado el corazón del público gracias a sus parodias de populares cómics, películas y series. Con sus característicos muñecos cabezones, nos ha sacado la sonrisa con Jarripoter, Los Cabezones de las Galaxias, Juego de Cabezones, El Cabezón Oscuro, y un largo etcétera, porque desde aquel primer Arbillos editado por Dude en 1999, ha llovido mucho y la actividad de Enrique ha sido constante. Si hasta ha editado un libro en donde enseña cómo dibujar siguiendo su particular y adorable estilo deformed. El humor blanco y su especial diseño de personajes, le ha otorgado el difícil y el significativo mérito de ser uno de los autores favoritos de los más pequeños, de forma que para muchos de estos chavales sea una auténtica puerta de entrada al mundo del cómic que tal vez sólo hayan conocido a través de las pantallas.
Pero no todas sus producciones, en las que recordemos ejerce de autor completo, tienen un cariz paródico y un tono cómico. También se ha atrevido en alguno que otra ocasión con enfoques más serios, como hizo en su alegato antibélico Diarios de Guerra, con un resultado sorprendente al referirse a una temática tan dura desde su trazo desenfadado y amable. En esta vertiente se ubica precisamente Leinad, la que probablemente sea su obra más personal por utilizar personajes de creación propia y por no apoyarse en la parodia como vehículo narrativo, sino en una aventura de fantasía que bebe de numerosos referentes, tan universales como El Señor de los Anillos o La Historia Interminable.
La trama es bien sencilla y nada novedosa, con el joven Leinad lanzándose literalmente a la aventura en un mundo de corte fantástico donde no faltan dragones, templos misteriosos y magia, y para colmo el muchacho no recuerda sus orígenes, algo que sin duda da para sospechar que no tendrán nada de ordinario. Es un planteamiento que nos remite a relatos fantásticos clásicos absorbidos por Enrique durante juventud, con esos referentes literarios antes citados, a los que habría que sumar la batería de filmes de los 80 que ahondaron en una fantasía a veces más inocente como en Willow o más intensa como en Conan. Aquí nos acercamos más al tono de Willow, resultando en un buen divertimento que le sienta de miedo a la intención de picar a los lectores más jóvenes con un tipo de lectura que active su imaginación.
Como curiosidad, Leinad tuvo una primera edición hace más de una década, pero un proyecto tan importante para un creador que cuenta con tantos seguidores, bien merecía una nueva edición más completa, a todo color, y con un puñado de extras, que es exactamente lo que ha hecho Dolmen. Además de los dos álbumes ya conocidos, esta edición integral de la obra al completo, incluye un tercero que no había sido editado previamente.
De todos modos, es el uso del color el otro gran elemento diferenciador respecto al grueso de trabajos de Enrique, cuyo uso del blanco y negro (con sus toques de gris) es lo más habitual, reservando el color únicamente para las portadas. Al bañar en colores sus viñetas, los cabezones ganan en vida y en energía, sentándoles estupendamente esta amplitud cromática.
Bien porque seas fiel seguidor de los maravillosos cabezones de Enrique, porque te apetezca recordar aventuras clásicas de juventud , o porque quieras enganchar a un joven lector en potencia, este cómic protagonizado por un Daniel al revés, tiene el encanto suficiente como para satisfacer cualquiera de esas posibilidades.