Historias que huelen a vino y fracaso. Historias que rezuman sentimientos frustrados y sueños rotos. Historias que quieren contar la verdad incómoda y que nadie quiere aceptar. Historias de tipos que una vez fueron humanos y que ahora no son más que desechos de personas con ilusiones. Historias de paredes sudorosas que si pudieran hablar narrarían vidas que jamás podrían ser escuchadas sin que la cordura perdiera la batalla. Historias de whisky, drogas y amantes efímeros que ayudan a borrar la esperanza de mentes marchitas. Historias de los que caminan por el otro lado de delgada línea de la vida, pero que en realidad podemos ser cualquiera de nosotros en un mal día. Historias de resacas y lamentos como armas y escudos frente a la vida, la única culpable de todos nuestros actos. Historias de agrio aliento y humo denso de ardientes pitillos que inundan las conversaciones de los que se lamentan y quejan, que no son más que soñadores que se han despertado demasiado deprisa. Historias de los que siempre oyen el sonido del no y que nunca descubrirán qué es lo que significa una sonrisa. Historias de gente con mucho talento y ninguna suerte que describen y violan a la realidad y que son ahogados por el olvido y la industria de la felicidad.
Noah Van Sciver es de esa clase de autores que quiere sacar los colores al ser humano y a todo lo que lo rodea.
Se publica Fante Bukowski en nuestro país y eso es una gran noticia. Y lo es porque se amplía la oferta de cómics underground llegados desde el otro lado del Océano Atlántico, y otra vez viene de la mano de la editorial La Cúpula.
Fante Bukowski nos narra las miserias de un pretendido escritor que anhela la fama pero sin dar ni palo y culpa a todos de suerte. En su búsqueda de la gloria literaria ha elegido el que puede considerarse como el peor seudónimo que jamás se haya visto. La fusión de los nombres de John Fante, autor entre otros libros de Pregúntale al Polvo (2006. Editorial Anagrama); y Charles Bukowski, del cual no hay que perderse títulos como Máquina de Follar (2006. Editorial Anagrama) y otras maravillas.
Pero Fante Bukowski sólo comparte el nombre con ellos y su mala suerte para publicar. Carece de talento, carece de actitud y carece de voluntad para intentar perpetrar una obra. Fante Bukowski es un pastiche de lo que es una dura profesión y de una imagen de maldito que muchas veces no es real..
Gruñe, protesta, exclama y declama contra el mundo como único culpable de un falta de reconocimiento. Se mueve entre bares donde conoce personajes amargos; en fiestas de culturetas y escritores de medio pelo cuyas ansias de triunfo.
John Fante y Charles Bukowski también tuvieron sus grandes problemas para publicar sus obras en vida, como muchos otros, y vivieron dichas vidas con mucha intensidad cruzando más de un límite.
Noah Van Sciver quiere señalar con el dedo lo peor que llevamos dentro y usar su obra como catalizador para que reflexionemos. Sus personajes son un reflejo de nosotros mismos, porque por mucho que lo neguemos, ahí están latentes nuestras miserias esperando a salir a flote a la menor oportunidad.
El autor norteamericano ya dispone de otra obra en nuestro país, Saint Cole (2018. Editorial La Cúpula), y tiene pendiente la segunda parte de Fante Bukowski para publicar, al igual que esperamos que My Hot Date también llegue pronto hasta nosotros. Noah Van Sciver es una estrella al alza que empieza a situarse cerca de algunos compatriotas como Daniel Clowes y su Ice Heaven. (2006. Norma Editorial); Joe Matt con Pobre Cabrón (2016. Editorial La Cúpula) y esperamos que llegue a la grandeza de Robert Crumb como espejo al que deben mirar los creadores del buen cómic underground.
Un buen cómic alternativo con el que pasar un buen rato y hacernos dejar de mirar nuestro propio ombligo como epicentro del Sistema Solar. Se desearía que este tipo de autores tuviera más presencia en nuestras librerías. El underground tiene mucho que decir todavía más allá de los lejanos años noventa del siglo pasado con su olor a fanzines y revistas de contracultura.