Death Note es posiblemente la obra con el que más personas iniciaron su andadura en el mundo del manga y quizás, muchos de ellos, en el del cómic. La obra, publicada en el año 2003, pronto cosechó un gran éxito en todo el mundo, fue cariñosamente transformada en serie animada de forma sobresaliente, e incluso llevada a la gran pantalla en diferentes versiones, con muy poco acierto y consideración. Todo lo que rodea a esta obra, de la que tanto se ha hablado y escrito, es perversamente atrayente, comenzando por el halo místico del propio creador, cuya identidad es un misterio aún hoy en día. De él o ella (ni siquiera se sabe si se trata de hombre o mujer) especulan los fans de la serie.
Sus múltiples metáforas bíblicas, incuestionables y que salpican continuamente la obra, las personalidades megalomaníacas de los dos protagonistas y el dilema moral al que nos desafían a cada capítulo, son sin duda, las claves que más nos provocan, nos excitan y nos hacen que mantengamos la lectura con pasión.
Leyendo las páginas de Death Note, es inevitable que nos cuestionemos nuestra propia ética. Nos preguntamos si seríamos capaces de matar como el protagonista, juzgamos sus actos, justificamos o no, los asesinatos de las personas malvadas e incluso especulamos con la manera que escogeríamos para su muerte.
Aunque la premisa de la historia pueda parecer sencilla, Tsugumi Ōba, seudónimo del artista, dio con la tecla adecuada, una que nos martillea en la conciencia y que nos hace dudar a cada instante sobre las decisiones que tomaríamos, de ser nosotros los poseedores de un cuaderno de muerte. Ōba imaginó un personaje, L, que fagocitaria su obra y puede que así mismo y fue precisamente su absorbente personalidad, la que desvió del rumbo hacia un completo éxito a esta notable historia.
¿Qué pudo llevar al artista a renegar de su hijo pródigo? ¿Tal vez sintió miedo de que la criatura le hiciese sombra? Siguiendo con el misticismo, contemplamos una vez más a un Saturno devorando a su hijo. El caso es que existe un antes y un después en la obra de Tsugumi Ōba y Takeshi Obata y ese es sin duda, el parricidio cometido por el creador, un caso más en el que a la criatura no se la permite desarrollarse por completo, se la limita por temor a que alcance todo su potencial y finalmente se le da muerte, y así ésta, transciende a la condición de mártir, casi de deidad, a la que es imposible olvidar.
Death Note mantiene un nivel muy alto durante toda la historia, si bien es cierto que el impacto inicial de la premisa que se nos presenta nada más comenzar, estas primeras palabras escritas en el cuaderno de muerte, nos mantienen pegados, ensimismados, intentando elucubrar como demonios se resolverán los maléficos puzles que se van entretejiendo entre los dos protagonistas y no tanto quién será la próxima víctima, sino como se dará lugar.
Ya en la segunda mitad, una vez soltada la bomba atómica (entiéndase, metafóricamente hablando), la responsabilidad de mantener a flote todo esto, recae en los designios de Light Yagami, sobre el carismático dios de la muerte, Ryuk, la complaciente Misa Amane, el suplente de lujo, Teru Mikami, la copia anucleada y genéticamente imperfecta de L, Near, y el propio Kira, pero jamás retomará las altísimas cotas de calidad alcanzadas durante la primera parte, fruto de las épicas batallas mentales entre los dos antagonistas. Y esto, es algo de lo que se da cuenta el creador, y es por ello que recurre a la memoria de L en diversas ocasiones, esparciendo fragmentos residuales de su recuerdo, con la clara intención de mantener la atención del lector.
Aún con todo, Death Note, es una gran obra, leída por millones de personas alrededor del mundo, con igual número de fans, que hasta hace muy poco la recordaban con nostalgia y esperaban con ansia más historias provenientes del mundo de los Shinigamis, esperanzados de que en la mente creativa de Tsugumi Ōba aun quedase algo por contar. Y así pareció ser. En el 2021, salió publicado un tomo único, secuela directa de la primera obra, Death Note, historias cortas. Este tomo, como su propio título indica, consta de varias historias auto conclusivas y un capítulo piloto predecesor a la obra original.
La primera de las historias comienza exactamente tres años después del final de Death Note y lleva por título: C Kira (Cheap Kira o Cutre Kira)
En todo momento y desde su aparición, el personaje de Near, es un querer y no poder. Si bien en Death Note, aunque asumiendo que representaba un intento vano por mantener el pulso entre asesino y detective, los creadores, dividieron muy inteligentemente esta responsabilidad entre varios personajes, tales como Teru Mikami, Mello, Ryuk y el mismo Near, sin embargo, en Historias cortas, Near no comparte esa carga con nadie, por lo que, todos los focos le iluminan a él.
La trama de esta primera historia es bien sencilla, se trata simplemente de estirar un poco más el chicle, seguir masticándolo mientras va perdiendo irremediablemente su sabor. La única parte positiva, es que esto sucede tan progresivamente que apenas te das cuenta. Un nuevo cuaderno de muerte, más asesinatos, pero nunca suponen un verdadero desafío para el mismísimo Near, que ni siquiera llega a aceptar el caso, por lo que tampoco le transmite al lector el deseo de seguir la trama, ya que le llega a contagiar de su apatía. Es tal la necesidad de seguir exprimiendo de la fruta prohibida (siguiendo con las metáforas bíblicas) que veremos continuamente aparecer a los personajes más carismáticos de la historia original.
La segunda de las historias es aKira:
En esta historia, transcurrida en un reciente 2019, vemos nuevamente a Near en el papel de detective principal, esta vez transcendido a una especie de Jesucristo, bohemio y resignado con una larguísima melena en un burdo intento de esculpir una nueva imagen que regenere las esperanzas de los fans. Es un relato que entretiene y que tiene a un humanizado Ryuk como catalizador de la trama y a un joven y altruista adolescente, que lejos de usar el cuaderno de muerte para hacer el mal, lo utiliza para hacer el bien, o repartirlo, mejor dicho. Este nuevo Ryuk, cuya personalidad parece haberse contagiado de las formas humanas, se muestra mucho más apático y carente del más mínimo apego o interés por nada ni nadie, y eso le convierte en un dios de la muerte diferente del que conocíamos. Se mueve robóticamente, no encuentra ninguna motivación en un mundo que para él, cada vez se parece más al mundo de los Shinigami, y en el cual, todo está corrupto y podrido.
No deja de ser una historia con una trama detectivesca bastante vulgar, en la cual, todos los esfuerzos se centran en localizar al sujeto que en vez de usar el cuaderno de muerte para lo que fue concebido, maneja a Ryuk a su antojo para su verdadero propósito secreto. Sorprende la aparición (aunque si lo pensamos, no tanto) de la figura de un histriónico personaje real de talla mundial, que finalmente se hace con el cuaderno de muerte, dando un giro bastante sorprendente al desenlace, propiciando un dulce despertar de esperanza.
La cuarta historia se titula One day, o lo que es lo mismo, un día en la vida de L.
Está concebida como un producto para fans, no tiene más pretensiones, y en ella se describen más particularidades y rasgos de la personalidad del introvertido y extravagante detective. Muy breve, directa y concisa, por si no quedaba claro que Death Note es L y L es Death Note, y están condenados a entenderse si quieren sobrevivir, aunque sobrevivir, no sea quizás siempre la mejor opción.
La penúltima historia es The Wammy´s House:
Relata bastante eficientemente la llegada de L en su niñez a la institución / horfanato de Watari. En apenas tres páginas, resume el inicio de la estrecha relación que llegarían a desarrollar L y Watari, así como el impacto que tuvo en él (Watari) y el resto de sus compañeros huérfanos y el despertar de su verdadera vocación: Resolver casos de asesinatos.
La última historia corta es Taro Kagami:
Se trata de un episodio piloto y no canónico de Death Note. La originalidad no siempre es sinónimo de calidad, pero en este caso, resulta que sí.
Este refrescante relato, cuenta la historia de Taro Kagami, un chico de trece años que encuentra un cuaderno de muerte, y desconociendo sus verdaderas aplicaciones, los resultados que obtiene, son totalmente inesperados. El protagonista, no comparte las características habituales de los poseedores del cuaderno, es más joven e inocente de lo acostumbrado, se arrepiente en repetidas ocasiones y se asusta cuando la policía le sigue la pista. Aparece de nuevo, Ryuk, pero más jovial al que estamos acostumbrados y aparece también por primera y última vez la Death eraser, una goma de borrar muy especial, cuyas propiedades son las de resucitar a todos aquellos que han muerto por el cuaderno de muerte, previo borrado de sus nombres. Eso sí, debe hacerse antes de llevar a cabo la incineración, en caso contrario, no existe la posibilidad de redimirse.
Si la existencia de este objeto tan especial hubiera perdurado en el tiempo y los creadores hubiesen decidido incluirla en las sucesivas escrituras, las posibilidades habrían sido infinitas, pero más allá, Taro la utiliza para resolver uno de los mayores misterios (sino el mayor) de la humanidad y el encuentro y la conexión entre Ryuk y este nuevo protagonista años después, se equipara a la que hubo entre Ryuk y Light Yagami.
En estas historias cortas, parece clara la intención de Takeshi Obata de adaptar su dibujo a mangas más actuales, y esto se refleja en una evolución a la hora de plasmar con algo más de detalle las líneas de expresión de los personajes condensadas en cada trazo. Algo que es de agradecer, y sobrepasando ese estilo sobrio y oscuro de la Death Note original. Sus ilustraciones en este caso, mantienen el mismo nivel de calidad, y si cabe, añade varios puntos de realismo extra.
En conclusión, estas Historias cortas son más bien un postre agradable, que ni sacia ni es igual de apetecible que los primeros platos del chef, pero que ponen la guinda final a un gran pastel. En contadas ocasiones sorprende y quizás, hubiera sido mucho más interesante un spin-off del mundo de los Shinigami o un biopic de la poco explotada Misa Amane, y desarrollar un personaje con muchísimo más recorrido y con una increíble acogida por parte de los fans de la serie.
Los fanáticos de Death Note leerán con gusto estas historias cortas, puede que disfruten con la vuelta de varios de sus personajes favoritos y con alguna extensión de sus mundos, pero quizás queden empachados antes de lo previsto.