A priori el estar dotado de un nivel de inteligencia fuera de lo normal es una gran ventaja social evidente, que sitúa al individuo en una posición más ventajosa para el desarrollo de su vida. Pero esta cualidad tan apreciada no está exenta de sus inconvenientes, fruto de la incomprensión y de la torpeza del sistema educativo para encauzar a tiempo a las personas dotadas con cerebros extraordinarios. Por desgracia, es muy habitual que estos chicos superdotados sufran bullying, de ahí la importancia de detectar a tiempo sus capacidades para poder actuar a tiempo y encauzar correctamente el rumbo de estas personas. Es la situación que ha experimentado Ted, el protagonista de Genio, una de las últimas incorporaciones a la línea de novelas gráficas esenciales de Dolmen.
El propio personaje nos va contando su vida, desde su niñez cuando descubrió que era capaz de comprender las lecciones de la escuela nada más las pronunciaban sus profesores, a su vida adulta en la que ha formado una familia y trabaja como físico teórico en un prestigioso instituto de Pasadena. A pesar de que el propio Ted reconoce que sus habilidades sociales no tienen ni por asomo el mismo desarrollo que su intelecto, rápidamente empatizamos con él y con las situaciones que va viviendo a lo largo de la obra, hasta el punto de emocionarnos ante momentos de una veracidad aplastante. También caemos en el enfado ante el aparente egoísmo de Ted, porque da la impresión de que siempre antepone sus problemas y preocupaciones a los de su mujer, demostrando que a pesar de haber sabido hacer evolucionar su forma de relacionarse, aún queda un importante componente antisocial en su personalidad.
A los problemas en el seno familiar derivados de la llegada a la pubertad de su hijo o de los extraños dolores que empieza a experimentar su mujer, se suma el estancamiento laboral en el que se encuentra. Al estar rodeado de genios como él, se establece una especie de inesperada competencia para estar a la altura de tan selecto grupo, de modo que si no se hacen descubrimientos y avances continuos, aparece la sensación de quedarse atrás respecto a los iguales. Para tratar de sacarse un nuevo logro de la chistera y alejar el fantasma del despido, Ted tratará de sonsacarle a su suegro el secreto que le transmitió nada más y nada menos que Albert Einstein hace décadas, con la esperanza de que esa información propulse su carrera y le asegure un lugar destacado en los libros de historia. Será el tira y afloja por descubrir ese secreto y la incertidumbre sobre el futuro de la familia lo que nos agarre y no nos suelte hasta que terminemos un cómic que ronda las 125 páginas.
Si ya conocéis Es Un Pájaro, la otra gran obra de Steven T. Seagle y Teddy Kristiansen, no os pillará por sorpresa su satisfactoria forma de sumergirnos en la mente del protagonista y de representar con finura los estados emocionales que se van sucediendo. En Genio nos llegan a hablar de la inmensidad y complejidad del universo, pero sin abandonar en ningún momento la perspectiva íntima y frágil de un humano que por muy inteligente que sea, no se libra de las dudas y preocupaciones que aquejan a todo hijo de vecino. Y todo con la sombra de un gigante como Einstein planeando en todo momento, como un secundario de lujo que determina con su influencia la misma resolución de la trama. Ojalá Steven T. Seagle se prodigase más en el mundo del cómic, porque tiene una voz muy interesante y una forma de llegar al lector muy acertada en obras de este tipo, además Kristiansen le complementa de forma infalible con su dibujo extraño, pictórico, diferente, abstracto, ultrapersonal, expresionista, y podríamos seguir un buen rato aplicándole un montón de adjetivos. La única pega es que hay un puñado de cuadros de texto de fondo oscuro superpuestos en viñetas ya de por sí oscuras, lo que dificulta su lectura. Deberían haber sido más cuidadosos con la elección de algunas tonalidades.
Nos encontramos ante el rescate de un trabajo editado originalmente en EEUU en el año 2013, y que curiosamente a pesar de la fuerza de su mensaje y de tener detrás a dos autores muy reconocidos por Es un Pájaro, aún no había llegado a nuestro país. Así que es de celebrar que desde Dolmen se hayan apuntado un buen tanto con la publicación de esta absorbente propuesta que nos acerca a la mente privilegiada de un hombre que debe lidiar con las dificultades más mundanas de la vida, sin renunciar a tratar de descifrar la cara oculta de las máximas universales.