Pocas veces sale a la venta un título que desde su salida se convierte en un clásico moderno. Y no exageramos diciendo que Black Hammer es una de las novedades de este 2017 con mayor calidad y que puede ofrecer a todo tipo de lector un gran abanico de sensaciones.
Jeff Lemire lo consigue ofreciéndonos una historia clásica de superhéroes, con tintes rurales y que de propina, rinde homenaje a la historia del cómic americano. Desde el género superheróico, pasando por el pulp e incluso haciendo referencia a los geniales cómics de la EC, en Black Hammer encontraremos multitud de referencias a los cómics de la época dorada.
Esto ya es marca de la casa del escritor.
En ejercicios como Plutona y Essex County, Lemire nos presenta a priori, una aventura de superhéroes, pero en el fondo de la obra, encontraremos ese «algo más» que es necesario y que a veces, el propio género ha dejado atrás. Como fondo tenemos historias humanas, personajes profundos y en este caso, haciendo clara referencia a varios de los personajes más populares de la viñeta americana.
En Black Hammer veremos como seis héroes se ven atrapados en un pequeño condado rural típico americano. Atrapados por que por algún motivo, este lugar pertenece a una realidad alternativa de la que no pueden salir. Es así como estos personajes no pueden ejercer su labor como superhéroes, atrapados en un entorno donde además deberán mantenerse en el anonimato.
Como ya hemos mencionado, es a través de estos personajes que Lemire hará un homenaje a distintas obras de la época dorada, tendremos desde un ciborg pulp, un personaje misterioso que hace referencia a Tomb of Terror, un trasunto del Detective Marciano, hasta una Mary Marvel de anciana edad atrapada en un cuerpo de niña.
En este primer arco mientras Jeff Lemire nos plantea el status quo de esta «superfamilia», nos introduce el gancho argumental de la serie que es, ¿quién es ‘Black Hammer’? el héroe más poderoso que ya no está con ellos y que le envuelve un halo de misterio. Con todo esto solo nos valdrá de presentación para lo que vendrá después; en este primer tomo, se nos plantea una presentación de cada héroe dedicada a cada uno de ellos, donde el autor ahonda en la personalidad y peculiaridades de cada protagonista dándoles una gran definición al acabar la obra y haciendo un magnifico ejercicio de desarrollo de personajes aportando además, todos esos guiños que iremos descubriendo.
Una presentación que sabe comprimir todo esto de forma fluida y natural, llena de ricos detalles que hace que Black Hammer se presente entre los guiones mejor estructurados de los últimos tiempos.
Nos encontramos con una historia de superhéroes, si, pero que a través de la decadencia de estos personajes, se refleja la misma del propio mercado del cómic, de como los viejos conceptos han quedado abandonados y adaptarse es lo único que queda.
En la parte artística tenemos a Dean Ormston, que ha trabajado mayormente en Vertigo y 2000 A.D. en series como Lucifer y Juez Dredd y que tras recuperarse de una enfermedad, ha sabido mantenerse en la serie. Su dibujo feísta, incluso sucio, pega con el tono pesimista de la obra y su estilo sencillo se adapta a los conceptos clásicos que refleja la obra, a veces lo veremos más claramente a la hora de componer sus páginas. Por lo tanto, no podría ser más acertada la elección de este dibujante para Black Hammer.
Y cuando todo encaja surgen cosas como esta, donde tenemos también al maestro Dean White al color con una paleta que predominan los naranjas que recuerda a los colores de la ciencia ficción más pulp pero dando personalidad propia a la obra, también sabe adaptar cada capítulo en las presentaciones de estos personajes donde cada uno tiene un tono.
Black Hammer se queda como una se las sorpresas del año y candidata, para nosotros, como una de las mejores series de este año. Recomendada especialmente, para los amantes del cómic clásico y por supuesto para quién disfrute del género superheróico que hará las delicias de todo aquél que sepa sacar esa segunda linea de lectura que va añadida a esta gran obra.