Debe ser difícil explicar que se siente cuando, a escondidas le robas el diario a tu hermana adolescente para leerlo. Pero no debe ser muy diferente a consumir este agujero negro que nos brinda Charles Burns.
Está historia conecta lo surrealista con lo grotesco y reparte bofetadas de realidad que ponen en su sitio a uno de los seres más volátiles del planeta: el adolescente. Esa especie que intensifica sus emociones ayudado por sus propias hormonas o por psicotrópicos. Individuos perdidos en los sitios a los que se empeñan en no pertenecer, susceptibles al mas mínimo frenazo o acelerón de sus vidas y olvidados por completo por una autoridad de andar por casa que sólo los tiene en cuenta cuando el volumen de «su música» está rabiosamente alto.
Una enfermedad de transmisión sexual se va cobrando unas víctimas que sucumben a la carne empujados por esos sentimientos (y hormonas) a flor de piel. Esta ETS no es de las comunes, de las que conocemos. Sus síntomas sacan al exterior en mayor o en menor medida monstruosidades de sus enfermos. Deformidades físicas a los ojos de los viandantes de una localidad de Seattle, en la lisérgica década de los 70. Los que padecen el virus representan bultos cutáneos, agallas, la piel les cubre los ojos, etc.
Les da un aspecto grotesco e incluso de insectos en algunos casos. El relato se centrará en un grupo de jóvenes que se ven envueltos en el drama que les proporcionan estos síntomas pero sobretodo en las relaciones sociales y en sus propios sentimientos al respecto. Historias de amor que se entrelazan como una enredadera imperfecta y que hasta que no llegamos al final no sabemos si componen un jardín frondoso o una montaña de helechos secos a punto de quemarse.
Como un sumidero oscuro, Agujero Negro te atrapa en tramas cotidianas en un intenso blanco y negro. Con un arte esquemático que se retuerce para mostrar la más mínima partícula de lo desagradable puede afiliarse y plasmar imágenes casi bucólicas. Desentraña una estructura de páginas que reacciona como un sarpullido según el tono de lo que acontece; desde la más canónica para reflejar la intrigante y monótona realidad hasta la psicodelia setentera para un viaje alucinógeno, pasando por esquemas orgánicos que aglutinan las partes más surrealistas.
Catalogar la obra se hace cuesta arriba. De las únicas características claras es su tinte underground y el hecho de poner de manifiesto la marginalidad de sus personajes por unos motivos que podrían ser otros sin alterar el resultado de la obra.
Charles Burns es uno de esos autores a los que se recurre para hablar del subgénero alternativo americano, del underground. Realizó sus primeras apariciones en la revista RAW. Publicación de tinte independiente dirigida por Art Spiegelman. Después lanzaría sus primeras obras como autor completo; El Borbah, Big Baby y Skin Deep sin dejar de lado su faceta de ilustrador para publicaciones tan consagradas en su país como Times o New York Times.
Más tarde publicaría una serie/trilogía de tomos a la europea que englobarían Tóxico, La colmena y Cráneo de Azúcar. Aquí el propio Burns reconoce hacer un trasunto de Tintín y sus aventuras pero claro en el universo de lo surrealista y grotesco. Pero eso sí, está vez en color. Cambio que significaría bastante para su proceso creativo.
En España su obra a estado publicada por La Cúpula Ediciones, hasta estos últimos tres números antes mencionados de los que se ocuparon Reservoir Books.
Agujero Negro está bajo la cuarta edición de La Cúpula. Nos proponen un tomo integral en rústica bastante cómodo y con un papel bastante adecuado. Una buena impresión de su intenso blanco y negro. Dividida en unos doce números también seria oportuno comentar sus varios galardones. En 2006 debido a la publicación del tomo integral logró un premio Harvey a la mejor novela gráfica que ya había sido publicada, otro por su entintado, un Eisner, también un premio Ignatz por la mejor antología y en 2007 obtuvo el «Essentials of Angoulême».
También hay que meterse en el pantano de la «rumorología» y el cine. Ya que ha saltado la noticia de que se reactivará el proyecto de su adaptación el cual comenzó su recorrido en el 2005. Después de varios nombres para la dirección (David Fincher, Alexandre Aja…) y para el guión (Neil Gayman…) ahora algunos medios apuntan al director Rick Famuyiwa (Dope, 2015).
Es pronto para adelantarse a juzgar. En mi opinión de fan del cine fantástico y de genero si que sería algo negativo para el proyecto derivar en un caso más de película de terror al uso. Creo que la obra no debería incrustarse en ese género ya que se habla de muchas cosas más transcendentales que una scream queen corriendo y gritando seguida por un deforme cargando un arma homicida, si puede ser cojeando bastante. No me entiendan mal, defiendo el slasher como subgénero más que digno. Pero Agujero Negro tiene un trasfondo digno de un drama algo más cargado de elementos ajenos al cine de terror
No vas a encontrar aquí aventuras, ni relatos de terror ni mucho menos una moraleja que te ayude a ser mejor persona. Compartirás vivencias extrañas y te verás envuelto en una atmósfera que hará que te sientas minúsculo en unas ocasiones o el centro del universo en otras. Es posible que si no te atrapa te resulte repetitivo pero entrar en el área de acción de este agujero negro es peligroso y altamente recomendable.
Carlos López Martín
- GUIÓN - 9/109/10
- DIBUJO - 7/107/10
- GENERAL - 8/108/10
Resumen
Prepárate para conocerte y que el virus te atrape en un mal viaje. De este misterio y drama emocional no te salva ni el más potente de tus superhéroes
Muy buena novela gráfica… Es como la sensación que puedes tener con una buena sesión escuchando el Made in Japan de Deep Purple