En torno a ellos, la bestialidad de la noche alza el vuelo con sus alas tenebrosas. Ha llegado la hora del Vampiro.
El misterio de Salem´s Lot (Stephen King).
Los dos primeros tomos publicados por ECC dentro del sello Black Label de American Vampire que recopilan los 27 primeros números de la serie más los 5 números de American Vampire: Selección natural, nos dan pie para hacer un pequeño repaso a este cómic que nos demuestra que el género de los vampiros no estaba tan muerto como parecía.
A pesar de que podemos encontrar rastros del vampiro dentro del folclore popular en casi todas las civilizaciones humanas remontándonos en el tiempo hasta el antiguo Egipto, Sumeria o Mesopotamia, la concepción habitual del vampiro que inmediatamente nos viene a la cabeza nada más escuchar la palabra, es la interpretación literaria que de ella hizo Bram Stoker, cuando mezcló las leyendas eslavas de los Strigoï y otras criaturas chupasangres del folclore popular con aspectos de la vida real del noble nacional rumano Vlad Draculea, para crear el personaje y la novela homónima Drácula.
A pesar de que antes de Stoker ya había habido alguna aproximación a los vampiros, esa genial novela gótica marcó el inicio de una imparable popularidad que terminaría por colocar al vampiro como el monstruo preferido para provocar terror a los lectores y espectadores a lo largo y ancho del planeta.
Incontables novelas, películas, series y comics han tratado el tema con el paso los años mostrando una innumerable cantidad de vampiros de toda clase o condición; de cualquier credo o raza conocido; salvajes aristócratas europeos o monstruosas sanguijuelas sedientas de hemoglobina; Nosferatus fantasmales e incluso vampiros espaciales. Tantos tipos diferentes de criaturas de la noche inundaron la cultura popular, que la figura antaño terrorífica del vampiro fue sobreexplotada en exceso y comenzó a suavizarse demasiado haciendo que casi perdiera su potencial como monstruo terrorífico, alcanzando cotas que rozaban el ridículo como los vampiros gusiluz mostrados por Stephenie Meyer en la saga Crepúsculo.
El galardonado escritor estadounidense Scott Snyder es ahora ampliamente conocido dentro del mundillo comiquero, por sus manos ha pasado con éxito Batman y casi todo el resto de personajes que pueblan el universo DC, pero antes de eso, Snyder solo era un semidesconocido novelista que había llamado la atención con su colección de relatos cortos Voodo Heart y que nunca había escrito nada para el mundo del cómic.
Snyder llevaba varios años dándole vueltas a una idea sobre vampiros para un guion cinematográfico, televisivo o novela, pero no terminaba de darle la forma final a un proyecto que iba creciendo en su cabeza haciéndose demasiado extenso como para ser plasmado dentro de cualquiera de esos medios. Llegado el año 2008 mientras participaba en una lectura de un libro con el que había colaborado, Mark Doyle un editor de la línea Vertigo de DC le preguntó si tenía alguna idea para un cómic y Scott le comentó que llevaba tiempo dándole vueltas a una historia sobre un nuevo tipo de vampiro genuinamente americano y que quizá el cómic podría ser el formato idóneo para ella.
Es en este punto de la historia donde entra a la palestra el gran Stephen King, que habiendo hablado muy positivamente sobre el libro de relatos cortos de Snyder con el que había quedado encantado, fue contactado por el guionista para pedirle el favor de que escribiera una nota publicitaria para la portada del primer número de una nueva serie de vampiros en la que estaba trabajando. King que estaba bastante harto de tanto vampiro ñoño que últimamente pululaba por cualquier medio, quedó tan maravillado por el planteamiento del cómic que le había pasado Snyder, que pidió no encargarse de la escritura publicitaria y a cambio que le dejase ayudarle a escribir el origen de dicha historia. Snyder accedió de buen grado a colaborar con el de Maine y entre ambos terminaron por perfilar el arranque del cómic, en una colaboración que iba durar en principio solo un par de números, pero que finalmente acabó por alargarse hasta llegar a ocupar los cinco primeros de la serie.
El western es a la sociedad americana, lo mismo que La Iliada o La Odisea a la cultura grecolatina, es la mitología propia de un país de nueva fundación construido a fuego, pólvora y violencia, el perfecto caldo de cultivo para ver nacer a este nuevo tipo de vampiro americano u Homo Abominum Americana como es denominado dentro de la historia.
Con las bases sobradamente conocidas del western, Scott Snyder ayudado por Stephen King dieron forma a Skinner Sweet, un sanguinario pistolero sin escrúpulos que bebe de los arquetipos del outlaw del salvaje oeste y que al mezclarlo con el vampiro clásico, surge de esa mezcolanza un nuevo tipo de criatura ligada estrechamente a la idiosincrasia propia del Far West y a la violenta historia del origen del país americano. A pesar de que podemos encontrar ciertas similitudes lejanas de este nuevo vampiro con los mostrados por Kathryn Bigelow en Los viajeros de la noche o por John Carpenter en sus Vampiros, Snyder crea un vampiro totalmente diferente dotado de nuevas habilidades y poderes y también con nuevas debilidades que lo diferencian del modelo clásico y europeo. Es más salvaje, más fuerte, capaz de exponerse sin problemas a la luz del día, mucho más animal y fiero, con colmillos más grandes semejantes a los de una serpiente y capaz de ensanchar sus mandíbulas y hacer crecer unas afiladas y mortales garras.
La creación de esta nueva raza de vampiros americanos es la excusa que utiliza Snyder para hacer un repaso a la historia y desarrollo de los Estados Unidos desde el punto de vista de los inmortales ojos de unas criaturas de la noche que avanzarán a la par que la sociedad americana, empezando en los espaciosos parajes naturales del oeste americano de 1880, los vampiros asistirán como sobrenaturales testigos y protagonistas a momentos clave en la historia del país a lo largo de las décadas posteriores, acompañando estos hechos con un complejo e intrincado relato de terror sobrenatural y sangriento que correrá parejo junto a esa naturaleza violenta que ha tenido Estados Unidos desde sus inicios.
Aunque de momento solo hemos mencionado a Skinner Sweet, American Vampire no es únicamente un cómic sobre este salvaje vampiro y sus aventuras, se trata de una historia coral repleta de personajes recurrentes que irán apareciendo y desapareciendo a disposición del guionista y del argumento a lo largo de los diferentes números de la serie.
La serie arranca con la presentación de Pearl Jones, quizá la auténtica protagonista de la cabecera, una aspirante a actriz en el Hollywood de mediados de los años veinte que cruzará su camino con el del vampiro Sweet, quedando ambas vidas unidas inexorablemente a lo largo de toda la narración. Las aventuras de Pearl y su trágico y sangriento devenir en el Hollywood de finales del cine mudo, irá intercalándose con el violento nacimiento de Skinner Sweet como vampiro en el antiguo oeste americano, formando ambas historias un mosaico en el que Scott Snyder y Stephen King nos narrarán con brío ambos orígenes y el universo por el que se moverá la serie.
Luego ya en solitario como guionista absoluto, Snyder abordará el primer salto temporal hasta una primigenia Las Vegas dominada por las mafias y la corrupción, además de siniestros intereses vampíricos, durante la construcción de la gigantesca presa Hoover.
El segundo y más voluminoso tomo contiene dieciséis números de la serie regular y cinco números más pertenecientes a un spin-off de la serie central. En ellos Snyder nos meterá de lleno en la segunda guerra mundial con dos historias enclavadas en ella, pero perfectamente diferenciadas tanto en localizaciones como en protagonistas. Una en el peligroso frente de las islas del Pacífico donde los americanos y los japoneses luchaban por cada centímetro de terreno, sumándole unos sanguinarios vampiros al cóctel para terminar de complicar la situación y en la segunda historia, nos traslada al frente Europeo de la contienda donde un grupo de militares nazis llevan a cabo siniestros experimentos en un castillo rumano, con la intención de decantar la victoria en la guerra de su lado.
También regresaremos al antiguo oeste americano a la juventud de Skinner Sweet y saltaremos a la California de mediados de los años cincuenta en una historia de un singular cazavampiros que recuerda al James Dean de Rebelde sin causa, para finalmente terminar en el profundo sur americano con un relato vampírico sobre el racismo.
La serie no alcanzaría cotas tan altas de calidad sin las hábiles manos de Rafael Albuquerque dando fuerza al conjunto de la obra, logrando un trazo portentoso de figuras estilizadas y dinámicas que se mueven en unos fondos quizá poco definidos y con proliferación de manchas oscuras de tinta, que dejan o dan más importancia a la expresividad de los personajes que al escenario, consiguiendo con ello caracterizar a la perfección a cada personaje ya sea este humano o vampiro. Mención aparte merece el dinamismo casi cinematográfico y potencia cinética que consigue en las secuencias de acción que contiene el cómic, logrando que no te pierdas nunca en lo que está narrando visualmente.
Resalta también con sobresaliente su dibujo en la transformación física que imprime a las diferentes razas vampíricas que en él aparecen, retorciendo la anatomía de los mismos a su antojo hasta darnos unos monstruos de gigantescas mandíbulas, colmillos y garras, hipertrofiados muscularmente para acercarlos a su naturaleza feral y salvaje.
El color de Dave McCaig consigue diferenciar perfectamente la época histórica que esté ilustrando en cada momento, con aguadas para las secuencias situadas en el oeste americano y utilizando unos colores más planos con menos matices, aunque definitivamente más modernos, en las épocas más cercanas de la historia, separando perfectamente una época de otra y encajando como un guante con el dibujo de Rafael. Logra resultados también más que notables en la multitud de secuencias sangrientas que tiene que colorear, ya sea con manchas negras de sangre coagulada o salpicones de profundo rojo carmesí.
No osbtante, también contamos con las aportaciones de artistas de la talla de Sean Muprhy, Jordi Benet, Danijel Zezelj o Mateus Santolouco cuando Albuquerque se toma un respiro de la serie. Artistas que, por otro lado, logran que no echemos en falta al dibujante titular.
Sin duda, American Vampire es una de las series más interesantes que nos dejaron los últimos años del defenestrado sello Vertigo. El mejor Snyder, junto a Albuquerque, King y los demás, logran meterte de lleno en un emocionante relato de terror a la vieja usanza, lleno de hemoglobina, monstruos, amor, balas, violencia, traiciones, Western, vampiros y drama sobrenatural salpicado con retazos de la violenta historia americana.
No hay excusa posible, ya que esta lujosa edición cargada de extras publicada por ECC dentro de su sello Black Label, es el marco perfecto para contener esta gran historia que además nos hace olvidar la caótica anterior edición de este material por parte de Planeta.
Larga No vida a los vampiros.